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sábado, 31 de agosto de 2013

Quién pudiera tener la dicha que tiene el gallo...

Un, dos, tres… 

Y nos fuimos a Segovia. El viernes a eso de las 5, la Chica Ye Ye y yo partimos a lo Thelma y Louise hacia las tierras de nuestro nuevo becario. La idea era volver a reunir al Dream Team que lo petó hace más de un mes en Llanes y ganar nuevos adeptos a la causa, pero por lo que sea la convocatoria obtuvo el mismo éxito que en Asturias por lo que a partir de ahora el equipo pasa a denominarse oficialmente “los llaneros solitarios”. 

Temazos-sólo-temazos en el coche para amenizar el viaje por la nacional para ahorrarnos los dos eurazos y medio que vale el tramo de autopista entre Ávila y Segovia (serán careros…) y llegada a la hora mágica, donde el Niño de los Recaos y su colega a.k.a. El Mentiroso de Llanes ya nos esperan birra en mano como no podía ser de otra manera. Con un par de cervecillas en vena (#amistadesbasadasenelalcohol) ponemos rumbo hacia el lugar de trabajo oficial de nuestro becario, que será nuestra humilde morada durante el fin de semana. Soltamos las cosas y nos vamos hacia una calle que tiene nombre por mero postureo porque todo el mundo la conoce como “la calle de los bares”. El bar al que nos lleva el Niño bebe también de este espíritu de llamar al pan, pan y al vino, vino: “El Sitio”. Habiendo cosas más importantes en las que pensar no te vas a poner a romperte la cabeza pensando en un nombre con gancho. 

Allí te dejan sacar la caña y la tapita a la calle, algo que nos gusta e inspira mucho a los verbeneros, que llegamos a acuñar el maravilloso término de “couscousada popular” (aunque parezca que no sirve para mucho le ha dado nombre a un aspirador automático que andaba con una crisis de identidad del copón). De ahí nos vamos a un sitio de cuyo nombre no puedo acordarme, pero que está enfrente de las escaleras de una Iglesia que siempre parece ofrecer alguna función para acompañar la cañita. En esta ocasión un perro fue suficiente para que el espectáculo lo diera la Chica Ye Ye, una gran amante (modo ironía on) de estos bichos. El chuchillo de nombre Lobo acaba por obligar a los llaneros solitarios a cambiar de bar (Lobo: 1, Chica Ye Ye: 0). 

Nos trasladamos a un lugar en el que lo que importa one more time es lo que tiene justo enfrente: “Convenio de Mininos” (o Convento de Mínimos, depende de si ese día has decidido ponerte las lentillas o no). Con la cerveza que llevamos en el cuerpo a estas alturas de la película otros se reirían de chistes estúpidos e incluso podría darse el caso de que acabaran escupiéndose cebolla y champiñones que saben a jamón, pero nosotros somos gente de bien y sabemos beber con bastante elegancia. 

Damos por finalizado el período de cañas y tapas y nos vamos al Clandestino, que está vacío pero no nos importa porque tenemos toda la tontería en el cuerpo. Damos todo lo que se puede dar (momento borroso) y nos vamos a “casa” a dormirla. 

El sábado amanece con muuuuucha calma. Aparte de un colega con gorra de High School Musical que porta un organillo y canta canciones propias de que una cabra se las baile encima de una escalera, los segovianos se desperezan poco a poco y nosotros somos mucho de empatizar. El Niño de los Recaos se porta y nos sube el desayuno, que se alarga hasta que se hace la hora de comer. Optamos por turistear un poco (veáse hacerse unas fotitos delante del Acueducto), comer en el telepi y volver a la casilla de salida en las escaleritas del espectáculo. Al café le siguen las cremitas de orujo amenizadas con una pelea de un nivel dialéctico muy elevado entre mendigos por el codiciado sitio de pedir a la puerta de la Iglesia. Tras la función, el paso por el súper, la puesta de largo (o de semilargo porque el anfitrión ha jugado a la bipolaridad exprés a la hora de aconsejarnos modelito de noche) y picoteo a modo de cena en “El Sitio”. A Segovia hemos venido no sólo a jugar, sino a apostar y a firmar miles de contratos (lo que tiene salir con un abogado…) por lo que hacemos una quiniela de los temas verbeneros que sonarán a ver quién acierta más. Esto parece un detalle sin importancia, pero más adelante entenderéis que tiene su aquel. 

Nuestras apuestas
Casi a medianoche ponemos rumbo a la Granja a darlo todo, pero la verbena se hace esperar hasta casi las 2. Pasamos el rato a base de rebujito y un poco de fresquete, con grandes esperanzas en entrar en calor a ritmo de Mayonesa. Pero la verbena empieza y ay, amigos. 

Becarios que pueden costear verbenacas
Su nombre “NB” (de Nueva Banda) hace las delicias del Niño, que se dedica a difundir que esta verbena corre de su cargo por coincidir con sus iniciales, pero lo cierto es que le habría hecho más justicia llamarse “NAV” (Nadie Al Volante). Como empieza tarde la parte de los pasodobles y el Chacachá del Tren se los saltan, lo que así de primeras ya ofende, pero si además es sustituida por temas de reggeaton la indignación aumenta. Ponle entonces que aparece algo echando llamas que anuncian como “Toro de Fuego”: echa a correr, duda de si realmente es un animal, escóndete debajo de un escenario en plan túnel clandestino en una Guerra Civil, escapa de una muerte por aplastamiento casi asegurada, súbete al escenario con ayuda porque tienes el codo jodido y cuando por fin aquel bicho desaparece, baja de un salto que no sólo esté a punto de terminar con tus dientes sino también con los de una señora que pasaba por allí. 

Momento pánico a ritmo de perreo
Esto sólo se soluciona con un Paquito el Chocolatero, pero no llega. Las que hemos apostado por los clásicos vemos la derrota muy cerca mientras otros van sumando puntitos y empieza a oler a tongo de la tierra. La verbena nos da una de cal y otra de arena, un Follow the leader (minipunto para la menda) y un Te pintaron pajaritos en el aire. Un Polvorete y un Tiburón versión Pitbull, por supuesto- (minipunto para el Mentiroso de Llanes). No hay bloques ni canciones que inciten a bailar de una manera que no sea de guarrilla. El descanso llega con la canción-bucle Soldadito Marinero. Minipunto y punto para el de los Recaos, que ya había conseguido su doble check. 

Vasos acordes al tamaño de cada uno
La bajona no perdona, y el frío menos. La orquesta nos está decepcionando un poco, pero nos empeñamos en darlo todo, así que para la segunda parte ganamos posiciones y nos entregamos al bloque rockero (gnor) de la noche, que sí parece ser respetado a pesar de que los cantantes no saben cantar otra cosa que no sea reggeaton y se permiten repetir Ei chipirón habiéndose dejado en el tintero temazos como la Macarena. No sabemos muy bien qué les pasa por la cabeza a la hora de presentar las canciones y nos quedamos picuetos cuando anuncian un momento romántico para introducir Jesucristo García. Quizá no entendimos su humor. 

Se acerca el final de la verbena. El Niño de los Recaos va ganando la apuesta, el Mentiroso de Llanes se encuentra en un merecido segundo puesto, yo tengo el puntito de la consolación y la Ye Ye se ve pasando debajo del futbolín, pero NAV decide cerrar con Fiesta Pagana (minipunto para ella in extremis) y nos permite una retirada digna. 

El domingo es para hacer el perro hasta bien entrada la tarde, comer algo, recoger las cosas, despedirnos de la oficina del becario y poner rumbo a nuestros respectivos hogares. La primera parada es la estación de autobuses, donde el Mentiroso de Llanes compra su billete con media hora de antelación y nos ofrece la posibilidad de tomar un café hasta su hora de partida. La cafetería está en la misma estación y a menos cinco (por su reloj) ya se estresa, así que saldamos las deudas y le acompañamos a la dársena donde vemos cómo su bus sale por la puerta. Risas y cara de panete a partes iguales. Aparece otro autobús y la esperanza vuelve a brillar en sus ojos, pero es una falsa alarma, por lo que la cara de panete se multiplica por mil y las risas también. Luego ya llegó la empatía y la comprensión, pero lo primero es lo primero. 

Como no hay más buses a Pucela, nos despedimos del Niño de los Recaos y variamos nuestra ruta de vuelta por la baratísima nacional para dejar a nuestro colega el espabilao en su particular tierra hostil y llegar a la nuestra bien entrada la noche con cansancio que huele a verbena de la buena. 

El año que viene repetimos. 

 Así es María.

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