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martes, 30 de octubre de 2012

Es una bebida que va cambiando tu vida...


No  te quieres enterar…

… pero el que tiene frío es porque quiere. Y si te pones malo es porque quieres, también. Y si no sabes qué pedir por las noches en los bares, alegando que nieva fuera y que tu mítico ron cola te va a dejar mano y cuerpo congelados, es porque no quieres tomarte nada. Y eso es así.

Porque sí, ha llegado la revolución de la bebida, el invento del año, la sensación verbenera. Señores y señoras, con todos ustedes… el Black Balsam.

¿Qué es el Black Balsam? Es algo que, según los letones, es todo y sirve para todo. No hay nada que no pueda solucionar. ¿Estás malo? Balsam con té y miel. ¿Estás bueno? Balsam a chupitos, para no coger nada en un futuro. ¿Hace calorcito? Balsam con hielo. ¿Hace un frío que te mueres? Balsam con zumo calentito, rodajita de naranja, y canela.

¿Funciona? Sí, amigos, sí funciona. Lo suscribe aquí una servidora, que mató todos sus virus con un buen vaso de la poción.

¿Está bueno? Hablo desde mi punto de vista de la nena que no puedo evitar ser… no está malo, no. Pero no se recomienda a nenazas. Nenas sí, nenazas no.

¿Dónde, cómo, cuándo puedo probarlo? Bueno… Riga es el mejor lugar. Se ofrece alojamiento y ruta turística, incluyendo la bebida y algún manjar nacional. O podéis hacerle la pelota muchísimo a la autora, vía cibernética, de aquí a dos meses, y a lo mejor tenéis premio por Navidad.

Ye, ye, ye!

jueves, 18 de octubre de 2012

Cuándo piensas que el verbeneo se acaba...

Aaaaay...!!

Todo lo bueno se termina, y normalmente (sobretodo si eres una post-teenager) suele coincidir con septiembre… 

Y así te encuentras, un año más, después de observar el panorama nacional  y de decidir que lo mejor es seguir en tus 13, en la entrada de un colegio, con más miedo que vergüenza, pensando en lo que te espera, en que qué se te habría pasado a ti por la cabeza en el momento que decidiste tal cosa! Pero ya sin remedio entrarás allí, y te encontraras con miles de conceptos que jamás entenderás, al igual que no entenderás a toda la muchachada ( porque ellos si, ellos si están en su adolescencia real, y es lo que les toca!) Pero ya…

…por fin cuando sin meditarlo más, cruzas la puerta y te encuentras con una realidad completamente distinta a la que habías ideado y descubres que no, que la mayor parte de la gente es igual de post-teenager que tú, dispuesta a darlo todo, a disfrutar  del momento  aunque sea tardío  y sobre todo de aprovecharlo aunque no sea el mejor… te das cuenta que si, que la rutina puede haber comenzado, pero sobretodo, de lo que te das cuenta es que por supuesto:

¡¡habrá que brindar por ello!!

Qué no, qué no, qué nooo…
qué no se acaba!!!

...qué tu cuerpo es pa’ darle alegrías

 

jueves, 11 de octubre de 2012

Porque adivino que ya sabes cómo soy, tú me has conocido siempre..

Un, dos, tres… 
Cuando llegas a una ciudad nueva pues no sabes por dónde verbenear, ni muchas veces tienes con quién hacerlo. Y esto es así, que diría la Ye Ye, tan categórica con según qué. 

No es que las verbeneras seamos antisociales, y mucho menos después del verano losamigosdemisamigassonmisamigos que nos hemos pasado. Pero hay ciudades hostiles, o será que, a veces, nos puede el ansia de sentirnos tan bien rodeadas como hemos estado hasta ahora, y lo queremos todo ya. En cualquier caso, se agradece tener a un verbenero cerca, de los de toda la vida, que te ayude a dar los primeros pasos y que te lleve en su “buga” a conocer los garitos de moda, quizá con ánimo de mostrarme que aquí también hay gente normal, aunque previamente me hubiera avisado que aquí, amigables, pues no son. 

La primera parada es en El Penicilino, que tiene la terraza llena, y no nos deja más remedio que meternos dentro. No parece un sitio de aquí, o es que enseguida me he hecho yo la imagen de cómo son los bares aquí (cafeterías-confiterías para señoronas -que no para abuelas,ojo- o bares pijos para pijos que no son pijos sino un quiero y no puedo). Es amplio, da el aspecto lejano de farmacia o de bar del Rastro de Madrid. Lo mejor son los baños: Eustaquio y Amparo, pone en las puertas.

Como no sabemos tomarnos una e irnos para casa, y eso es así (;)) seguimos la ruta hacia el Berlín, un lugar por el que paso a diario y que jamás me había dado por pensar que pudiera ser un sitio de peregrinaje. La decoración del techo es algo extraña pero llama la atención y en las paredes hay unos textos ñoñis y bonitos que me hacen recordar mis primeros años de universidad, supongo que por la de exposiciones de este tipo que me dio por frecuentar entonces. También me recuerda a esa época la típica mesa en la que hay varios folletos de actividades, fiestas, cursos y, un clásico, el mondo sonoro. Por cierto, que no sé si será cosa del pijerío, pero anda que no había gente (no estudiantes) tomándose copazos el miércoles… 

Seguiremos investigando… (espero).

Así es María

sábado, 6 de octubre de 2012

Atravesaré el mundo y volando llegaré hasta el espacio exterior...



No te quieres enterar…

… pero la vida Erasmus es la vida mejor. Lo que pasa es que las verbeneras no tuvimos la oportunidad de vivir esa entrañable e imprescindible experiencia, pero siempre hay que aferrarse a las oportunidades que te brinda la existencia y una servidora se halla viviendo con dos ejemplares únicos (bueno, no, aún hay más) de la especie en cuestión. Hoy, en Verbena en Vena: el estudiante Erasmus.

Empezaremos aclarando que el estudiante Erasmus hace de todo menos estudiar. Tenga la edad que tenga. Mis ratoncillos de indias no son el Erasmus estándar, porque son bien formales, pero tienen amigos que cumplen con los requisitos. Aún así, en ninguno de los dos casos sucede lo de llegar a estudiar: ambos, mis compañeros, estudian pedagogía en España, pero ambos están asistiendo a clases de deportes en Letonia, él a fútbol y voleibol, ella a voleibol y baile, y ninguno (de ambos) va a tener convalidación por lo que hace aquí cuando llegue a España. En el caso de los otros, los que sí están haciendo su carrera, no se ha comprobado aún que hayan asistido a más de dos clases (hablando de los que llevan aquí ya un mes) y salen una media de seis días a la semana. El Erasmus es el espíritu de la verbena.

En cualquier caso, yo tenía que hacer una comprobación desde dentro, porque si no, no valoraríais mis palabras como verdaderas. Así que un miércoles cualquiera me apunté a sus salidas nocturnas.

Todo empieza en un pub irlandés en el que sólo hay españoles y un croata. No sabemos aún cómo el foráneo se comunica con los demás ni qué le gusta de acompañarse del Erasmus español, porque, queridos lectores, este último, como buen ciudadano ibérico, no habla ni papa de inglés (ni otro cualquier idioma). En dicho pub la pinta de cerveza está a un lat para estudiantes, así que nuestros queridos compatriotas han aprendido las palabras “student beer” y con eso no necesitan más comunicación. Huelga decir que, para la ocasión, y por la economía de una, que está aquí sin beca, esa noche fui yo también student y pagué como si tuviera una beca miserable (como lo es la suya, pobres míos). Y sin remordimientos, que los sueldos tampoco están como para permitirse más.

Cuando ha quedado de sobra manifestada la ocupación española en el bar, se han dado considerables gritos y golpes en las mesas, se han cantado algunas canciones con eoeoeo o oeoeoe como base, y tras haber registrado una buena muestra de acentos peninsulares y exaltaciones por comunidades, nos trasladamos en grupos hasta algo llamado French Bar, que luego obviamente no se llama así pero es el nombre que se le ha dado.

La cantidad de gente que hay fuera hace dudar de la calidad del garito, pero es que aquí tampoco se fuma en los bares, y parece ser que la fiesta está en la calle, porque algunos se preguntan para qué entramos al local. Llamadme vieja, pero hace mucho frío como para permanecer en el exterior. Así que bajamos las escaleras que llevan a un sótano donde la muerte por incendio estaría asegurada y la cantidad de humanidad no desmerece para nada a la de la entrada, ahora sí, no hay un solo autóctono en la sala. Pero no es eso lo que más sorprende, si no el estilo rockero de la música del bar, que cualquiera hubiera esperado que fuera más popero comercial, por aquello de la imagen de Erasmus desfasado que todos tenemos en la cabeza.

La raza a estudiar cumple con todos los tópicos conocidos: el ambiente huele a hormonas y si observas con cuidado (y sin él, también) todo son cruces de miradas, invitaciones con intenciones, bailes provocativos, conversaciones demasiado cercanas, o directamente ya han pasado a la siguiente fase, probablemente gracias a algún empujón de los miles que recibes, porque aquello está hasta la bandera. Por otro lado, los que no están interesados en pillar cacho se acodan como pueden en la barra probando todos los chupitos que ofrece el bar, sin temor a cobrar cualquier precio desorbitado por el vasito que te asegura un rápido efecto, precio que nadie tiene reparo en apoquinar. En la mayoría de los casos, ambos especímenes coinciden, y tenemos muchos borrachos salidos en todo el bar, intentando hacer de este mundo, o más concretamente del suyo, un lugar más habitable.

Llego a mi límite, porque una está aquí trabajando y no puede permitirse ciertos desfases, aunque quisiera, así que me retiro discretamente una hora después de avisarlo (hay costumbres que los españoles llevamos donde quiera que vayamos), y me vuelvo a casa reflexionando sobre la oportunidad que perdí en mis años mozos.

Y no, no me da pena, porque he sabido verbenear hasta quemar varias ciudades, y me alegro de poder realizar este estudio desde mi retardada adolescencia.

Y no juzgo tampoco al desenfadado Erasmus, al que considero un hito y un grandísimo vividor de las oportunidades que la vida, la Comunidad, el Ministerio y Europa te brindan, y al que todos hemos envidiado, envidiamos y envidiaremos, ahora y para siempre.

No quisiera acabar sin antes proponer un minuto de silencio por estas simpáticas becas que mueren este año, junto con tantas otras que nos han quitado y junto con las que acabarán por quitarnos en los meses venideros. 2012 será recordado como el año en el que las mejores experiencias que tenían los jóvenes, y sus últimas oportunidades, definitivamente murieron. DEP.

Ye, ye, ye!

viernes, 5 de octubre de 2012

Obsesiones verbeneras

Es bien sabido que los borrachos nunca mienten, pero se habla poco de las obsesiones que afloran cuando nos achispamos. Tras mucho verbeneo hemos descubierto que cada uno tiene las suyas, y que algunos ni siquiera las tienen identificadas. 

A la Chica Ye Ye le robaron hace unos años el bolso mientras bailoteaba feliz e inocentemente en la Imprenta. Desde entonces, llegado un momento de la noche, no deja de preguntar dónde ha dejado sus cosas y de comprobar compulsivamente que siguen ahí. Algo parecido le pasó a Salomé la de Chayanne, que tras un par de hurtos ha tenido que hacerse fuerte en la noche y no perder ni un minuto ni su cartera ni su móvil de vista, no siendo que aparezca algún listo que se lo quiera adueñar. También tiene alguna obsesión relacionada con un reno, pero eso es otra historia ;) 

Macarena suele empezar flojita aunque luego no tenga que conducir. Su obsesión es el coche, hasta tal punto que, cuando no lo tiene, se le olvida, y por momentos rechaza chupitos con la excusa de “es que tengo que conducir”. Algunas noches hay que recordarle que puede acabar como las Grecas si quiere. 

María la de Ricky, como buena ex fumadora, cuando se bebe dos cervezas quiere fumar. Lo que sea, da igual, no distingue. Sólo quiere volver al vicio. Ni siquiera el intento de robo de su móvil le ha hecho cambiar sus obsesiones y unirse a las de la Ye Ye y Salomé. 

Nuestra gran amiga vasca no sólo se obsesiona con fumar, se obsesiona con sacar dinero. Tanto es así que mientras las demás al día siguiente miramos con pena las telarañas de nuestro monedero, ella se encuentra con cientos de euros, ya que, preocupada por ganarse el apelativo de “paupe” (o quedarse sin beber, la pobre), visita todos los cajeros de la ciudad, recopilando billetes cual Tío Gilito. 

Entre nuestras filas de verbeneros encontramos a quien cuando se emborracha se pone celoso de cosas sin sentido, a quien le tira los trastos a todo lo que se le ponga delante y tenga boca, quien canta canciones de Disney como si no hubiera un mañana, quien no puede irse a casa con menos de 5 victorias al futbolín, quien habla de bodas, quien manda mensajes que no se atreve a mandar sobrio o quien a determinada hora de la noche sólo puede pensar en bocadillo o chocolate con churros (¡aunque no sea Nochevieja! Os parecerá una tontería, pero eso, para algunas personas, es muy raro…). 

Estamos deseando seguir documentándonos, así que… ¡esta noche volvemos al estudio de campo! Aceptamos, por supuesto, que compartáis vuestras experiencias verbeneras – obsesivas ;)
 

No olvides que...


Todo esto es tan teenager..


Siempre con el corazón contento