Con la tecnología de Blogger.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Te diría lo que ocurrió al pasar por la Puerta del Sol...

Un, dos, tres…

… y me fui a Madrid. Y lo hice en soledad, porque el motivo de mi viaje no era exactamente festivo, aunque al final siempre hay tiempo para un verbeneo light.

He de admitir que en muy pocas ocasiones he salido a saco allí, y eso que he vivido durante 3 años en la capi, pero por lo que sea, para mi salir en Madrid es quedar con mi amiga vasca y tomar cañas baratas cualquier día de diario y dejar que fluya la noche hacia donde tenga que fluir. En esta ocasión íbamos acompañadas por tres hombres, a dos de los cuales hacía más de un año que no veía y tenía muchísimas ganas de ver. Quedamos a las 8 y aparecimos a las 9 (cosas de exámenes que empiezan más tarde y de cercanías que van al revés). La primera parada fue en uno de los míticos de Madrid, el Museo del Jamón, sitio que no es que sea de mis favoritos ni de los que eche especialmente de menos, pero es barato y suele haber ambientillo. Después el plan se desvió a una fiestecilla en Lavapiés. Yo imaginaba a dos personas compartiendo una litrona en un piso, pero resultó que era una fiesta de presentación de no sé qué de jóvenes creadores en un garito desconocido por nosotras en Lavapiés, que si bien la cerveza sí tenía precio de Madrid, era un sitio majo con gominolas gratis y olor a muy nuevo. Estas son las cosas que me gustan a mí de las noches madrileñas: pueden no ser ni las 11 y estar en un antro de lo más cool que jamás habías visto en tu vida. Moderneces de las que nos gustan a las verbeneras de vez en cuando.

Después de esto quisimos volver al bar que durante mucho tiempo fue nuestra segunda casa, el Atxuri, donde encontramos milagrosamente sitio en la terraza. Y como he avisado, fue muy light, así que después de esto llegó el momento de retirarse, que era jueves y la gente trabajaba el viernes y no era plan de forzar más y encontrar el metro cerrado.

Aunque creo que yo era la única que podía haber estado en la cama hasta las 12 bien a gusto, madrugué porque tenía ganas de pasear Madrid, y porque, una vez más, no todo iba a ser verbenear. Así que recorrí el centro hasta el Thyssen, de ahí al Prado y al Caixa Forum. Un par de tiendas por Malasaña, la FNAC y visita a la SER guiada por un gran gambitero, gracias al que pude no sólo conocer los entresijos de la radio, sino también admirar las vistas que pueden verse desde lo alto del edificio de PRISA en plena Gran Vía y ver un poco de cerca a Francino, a quien estuve tentada de pedirle matrimonio y al final no hice ni una mísera foto. Las verbeneras, a veces, también tenemos pudor.

Y aunque pusimos punto a mi fugaz visita el viernes a la noche, me traje de la mano a mi buena amiga vasca para disfrutar un año más de las fiestas, pero eso ya os lo cuento otro día…

Así es María

jueves, 6 de septiembre de 2012

Tú no lo sabes, tú no lo sabes...

Un, dos, tres...

Y llegó el día. Sabíamos que esto podía pasar. La Chica Ye Ye es un culo inquieto y cuando ya nos estábamos acostumbrando a tenerla siempre al lado, se tuvo que marchar. Ella se debe a sus guiris, y esta vez le ha tocado el duro trabajo de enseñar a verbenear en Laponia.

De repente... ¡sólo teníamos una semana para nuestros planes verbeneros juntas! Pudimos realizar algunos de ellos, otros se quedaran para el próximo reencuentro en la ciudad de origen (o para las futuras visitas ;)).

Su deseo antes de abandonar el país fue pasar la última semana de verbeneo continuo, o, como a ella le gusta decir,
"de rave". Así empezamos con unas sidras en un lugar desconocido, a pesar de que el plan era precisamente recorrer los bares de siempre, que son los que la Ye Ye echa de menos cuando se va lejos. Pero siempre gusta conocer garitos nuevos y éste concretamente creo que lo hemos apuntado en nuestra lista de sitios que molan.

Llegó el finde y unió su rave a una ya programada y se fue al norte. Si alguien ha de contar cómo fue aquello tendrá que ser ella, porque nosotras nos quedamos aquí, con nuestra extraña pandilla del verano, recorriendo los bares de siempre cerveza en mano y terminando en el maldito futbolín (que conste que esos momentos de fin de la noche suelen ser bonitos, a pesar de todo…).

Muffins de piña colada
Cuando volvió, le dio por cumplir años, como si no tuviéramos ya bastante celebración en vena. Mini fiesta sorpresa para ella con muffins - ¿aún no os he contado lo estupenda cocinera/repostera que es Maca? - y regalitos artesanales. Por la noche, más pincheo, cócteles con bengalas y sombrillas, historias graciosas de Rumanía, chupitos de colores, futbolín (cómo no…), rosas sacadas de un bolsillo y muchas risas.
Regalo para la Chica Ye Ye 




La resaca de las muffins
Y entre unas cosas y otras era el momento de decir adiós. Otra vez pincheo - porque la Chica Ye Ye necesitaba coger calorías de cara al duro invierno en Laponia - cócteles en un sitio muy cool, regalos rosas, mini botellón e invitación a todo quisqui a margarita de fresa en vasos de fluor, muchos bailables, cotilleo, blue moon a la que pedimos buena suerte como – según dicen – manda la tradición, temazos de los nuestros, de los que nos unen, momentos lloricas, abrazos y risas.

Ya te echamos de menos, compañera de verbenas. Esperamos tus crónicas, las que tengas atrasadas por contar y las que estén por venir.





 

No olvides que...


Todo esto es tan teenager..


Siempre con el corazón contento