Se te nota en la mirada…
Además de ser la cuna del chorizo mundial (del de comer,
ojo), Cantimpalos es un punto clave en el calendario verbenero, un jodido MUST
donde lo más granado de la juventud segoviana se da cita para darlo todo. Como
suele ocurrir, el joven que acude a la fiesta se pone en modo “no es mi pueblo,
no es mi problema” y da rienda suelta a sus mejores dotes en el noble arte de
la rave.
Para empezar, los verbeneros se sitúan por los alrededores
del epicentro verbenero: la Plaza del Pueblo. Con una estrategia que ni el
desembarco de Normandía, empiezan a darle al pimple a base de alcoholes de
nombre exótico (que no falte el vodka Kolroff o la ginebra Stewards, como
grandes ejemplos de la variedad marca Eroski) con la intención de abordar la
verbena cuando la munición ya se haya agotado, en clara contraposición a
cualquier ejército del mundo.
La gitana acumula cabreo ante la llegada del clan mameras |
Pertrechados con dos botellas de sidra, los verbeneros se
integraron en la verbena, bailando de forma obsesiva cada T de Temazo que se
cascaba ésta. En este caso, un bareto con barra en la calle abastecía a la
chavalería, que si bien antes se conformaba con ginebras y rones de tres con
treinta la botella, ahora se vuelve de morro fino, desmarcándose con un “ponme
un Bombay limón” o el “arehucas cola”, cuando está el paladar como para catar.
Fruto del nivel etílico empiezan a darse los primeros cruces
con las jóvenes del lugar, cuyo resultado se divide en visitas a la era (muy de
verbena) o rechazos que invitan a seguir dándole al copeo.
En este punto de la verbena, el que escribe vio necesario
echarse la botella de sidra por la cabeza, hecho que fue aplaudido por los
presentes e imitado por los más aventureros.
No hay buena verbena sin los “OoooOootraaaAaa
OooooTraaaAAA”, clave para empezar a escuchar los temazos que la orquesta se
guarda de forma premeditada. Que no nos falte un chiquilla, un ven quiero oir
tu voz, o un entre dos tierras, que siempre vienen bien.
Ese momento en el que ya clarea es el ideal para abordar
tanto a las que van quedando (el Outlet más rural) o directamente comerse un
choripán, la versión de tierra adentro del bollo preñao, muy de aquí y que
mitiga de alguna forma el irse con el casillero a cero.
Pero como en todo, y aunque joda, llega un momento en el que
toca bajar el telón e irse en retirada de la forma más digna posible. En este
caso (y ya van…) la dignidad no era opción y el autostop en la llanura
castellana se convirtió en el MUST. Una Mercedes Vito recogió los restos de los
verbeneros, sin coste adicional, por lo que al de la sidra le pareció bien
regalar a los presentes una versión sentimental a la par que lamentable de la
conocida canción infantil “Amigo Felix”, coreada por los mamaos que le
acompañaban pero no por la tripulación de abordo, que decidió que Zamarramala
era fin de trayecto para la cuadrilla.
Volveeeeeeeeerrrrrr |
Te ha acompañado la suerte…
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