Se te nota en la mirada...
Que septiembre no nos frena es un hecho. Da igual que haya
exámenes, vueltas a la rutina, o grandes dosis de relaxing chaqueta in Plaza
Mayor por el frío en el costao. Nos la pela. Y todo apunta a que nos la seguirá
pelando. Así es la verbena.
Fotocooles que lo petan |
Como buenos verbes tenemos un calendario en el que hay
marcadas citas a fuego-lento-tu-mirada, como las fiestas de ese gran pueblo que
es Valleruela de Sepúlveda (besis a todos) o las Ferias de Valladolor y
Salamanca, esas dos ciudades, cunas de la sabiduría ravera, que siempre nos
acogen a propios y extraños con las mismas ganas de petarlo fuerte.
A todo esto, el objetivo primigenio del fin de semana era ir
al Ebrovisión, ese festival de Miranda de Ebro cuyo cartel nos cargaba la
dinamo aunque conociéramos a los grupos justos. Empezaba el jueves, con la gran
actuación de El Mató a un Motorista Policía Motorizado, grupo del que hay que hacerse
fan solo por el nombre. El tema que te quema es que en la balanza de la fiesta,
pesaban más las casetas charras.
Becarios verbeneros que lo petan fuerte |
Sidricidio |
La mañana del viernes amanecía con el sol en todo lo alto,
con Chiquetete y su cobardía-de-su-amor-por-ella sonando a todo trapo en una
feria cercana. En esto que, sin razón aparente, la cabeza pesaba más de lo
normal por lo que se hacía más que necesario una duchaja o un polaco rápidos
para ponerse en marcha rumbo al Ebro cuanto antes.
Error de pilotaje de manual. El Niño iba con tres verbeneras
a tierras mirandesas, lo que supuso su ritmo leeeeeeento y su
tetris-en-maletero (era día de Sustantivo+en+CCL, claro). Tras coger a La
Macarena y comer en el Fresco (ideal si la resaca llama a tu puerta) el coche
puso rumbo a la diversión, con dos cd’s preparados por la del Ricky que harían
olvidar los creados con todo el cariño y un fuerte aplauso por la Ye-Ye. El
primero no cargó en exceso la dinamo, justificándose la verbenera en que por
algo lo había llamado Nadie Al Volante o NAV. Para su suerte y de una forma
bastante perra tenía una bala en la recámara, el Bipolar Express, que incluía
los temazos que nos gustaban a cada uno, de forma que era imposible que no
gustara a alguno de los tripulantes de la enterprais. Jugada perra muy bien
traída.
Unas buenas gafas de rave provocaron el inicio de un juego
la mar de divertido y que consistía en mirar a los pasajeros del resto de los
coches en el momento del adelantamiento-en-autovía. El juego, que empezó a
molar fuerte, fue bautizado como “correlé”, fusión fruto de la verborrea de la
Ye-Ye, que sin querer quiso decir “corre” y “pásale” a la vez. Entre esto y las
conversaciones separadas por la gran acústica del coche se llegó por fin a
Mira-que-mira-Miranda, con la tarde ya cayendo y un fresco que en el sur
castellano aún no conocíamos.
Si el disco del coche se llamaba NAV, el lugar de descanso
era el órdago a NAV. Ni Dios al Volante. NDAV. Un pabellón con un humo que
recordaba a Lluvia de Estrellas con Bertín Osborne (y hoy Pepe de Murcia será
Joselito) nos recibió entre un mar de Quechuas (las tiendas, no indígenas, que
hubiera molado pero no). Una vez montadas nos dispusimos a preparar la bebida
del joven rebelde, el Kalimotxo. Y sin hielos, ojocuidao.
Las tres verbeneras estaban bastante excitadas con ver a un
grupo del cual habían oído hablar pero del que no tenían mucha idea. Lori Meyers seguía provocando Guadalquivires (gran río navegable de la península) en
ellas y no querían perderse la oportunidad de ver al cantante sin camiseta (que
no lo habían visto nunca, coñe).
Antes de ésto vino el Barbotas de Arizona Baby petándolo
fuerte y hablando entre canciones de forma muy chanante (“hay que ir más a los
garitos” o “estáis todo el dia con el youtubí” como frases célebres del amigo).
Mucho guitarreo, videos de fondo y caña para darle antes de los andaluces
bajabragas.
Lori guapo |
Para no variar, subieron a nuestra amiga Anni B Sweet al
escenario a que “cantara” El Tiempo Pasará, pero creemos que solo mueve la boca
y mira al cantante. Sea como fuere el becario se vino muy arriba con la
presencia de su musa del cortavenismo, hecho que fue duramente criticado por
las verbeneras, que entendieron que a pesar de la heterosexualidad del becario,
también debía esperar con ansia el momento destape.
A los Mendetz ya los vimos desde lejos, que era mucha rave y
el cuerpo no estaba para todo el trote que sería conveniente.
![]() |
Exilios duros como Caminos de Santiago |
Una vez plantados en la zona de exclusión, sin contacto con
la humanidad (pero con mucho zumo de pomelo) nos prometimos ir al Ebropeque,
una iniciativa muy buena para que las mañanas estén también ocupadas. El caso
es que como diría Ferreiro, promesas que no valen nada. No solo nos quedamos
sobaos, sino que cayó un fuerte aguacero una fina lluvia que hizo a los
verbeneros estar la mar de a gusto en sus tiendas sin piquetas. El resultado:
unas zapatillas caladas y la sensación de haber tomado una gran decisión
yéndonos fuera.
Tras la tempestad llega la cama. Y el zumeque. |
No te quieres enterar…
… pero ya no se puede confiar en nadie. Ahora va el becario y se hace el ofendido y se me pira. Y me deja a mí con el marrón. Yo no sé para qué contratamos de gratis pagando una pasta a esta gente incompetente… Bueno, cuando vuelva del baño le tengo el artículo acabado y me pienso si despedirle por cogerse esos descansos innecesarios.
Vermú rico rico |
Llegamos a la paellada popular, que resultó ser macarronada, lomada o productoautoctonoformadoporsalchichasdemorcillada popular, todo ello, para horror de nuestra vege de moda y gusto de nuestras resacas. La larga fila de personas hambrientas nos echa para atrás, calmamos el hambre acompañando con un pincho al vermú, y decidimos, finalmente, colarnos con descaro y gracia verbenera para conseguir nuestros macarrones y aquella cosa desconocida que, no nos engañemos, no llegamos a acabarnos, así que tan bueno no estaría.
Mu agustico ahí |
En este momento la gente ya no rige, aunque alguno mantiene su lucidez, cuando en la cola del baño se inicia una interesante conversación en estos términos:
- “amar es compartir” – dice la que va delante de mí. “No, vivir es compartir” – apunto yo, siempre fiel a la verdad. “Compartir es vivir” – añade ella, soñadora. Miramos ansiosas al tercero en discordia, que vendría detrás de mí. “No voy a entrar” – corta él, conversación y rollo. Hay que ser más de entrar, verbeneros, no lo olvidéis nunca (y en las conversaciones también). Viva el bucle.
- “amar es compartir” – dice la que va delante de mí. “No, vivir es compartir” – apunto yo, siempre fiel a la verdad. “Compartir es vivir” – añade ella, soñadora. Miramos ansiosas al tercero en discordia, que vendría detrás de mí. “No voy a entrar” – corta él, conversación y rollo. Hay que ser más de entrar, verbeneros, no lo olvidéis nunca (y en las conversaciones también). Viva el bucle.
Muy bien, querida |
Fusiones cremitas |
Después de esto llegó el Señor Chinarro, siempre mejor en directo que en diferido, tocando todo temazos, aunque nosotros solo respondiéramos a la Llamada a la Acción. Y ahí llegó el hambre, que fue calmada con pizza y bocadillos, y una cerveza, no más, que a los verbeneros no les da el presupuesto para las fiestas dentro de recinto.
Macarena no puede más de la emoción, porque ahí llegan los Niños Mutantes, que ella no es más fan porque no es más grande, y no solo se canta todos los temas, sino que además entiende lo que dicen entre una y otra canción, ganándose así el título de persona con mejor oído de la fiesta.
Lo que no es difícil tampoco, porque el arremolinamiento de solitarios vuelve a surgir. Es sin duda este el festival al que ir uno mismo con su mecanismo, y tenemos allí, por ejemplo, al gigante de dos metros que el día anterior amenazaba con sus manos como palas y su poca estabilidad con caerse encima de nosotras en cada salto que Lori (al que, por cierto, no conocía) le hacía dar, o cualquiera de las gotas de su sudor que se desprendían a su alrededor sin mesura. También está el señor de pasaporte en bolsillo, que a nadie le pasa desapercibido. La anoréxica bailonga. Los de los disfraces. El fan incondicional de todos los grupos pero que no se sabe ninguna canción. El que nos pregunta, estando nosotras en primera fila entregadas, que si nos gusta el grupo. Y nosotros cuatro, que hemos decidido volver al año que viene cada uno por su cuenta, para entrar en la tónica real del concierto.
Una verbe en modo "festivalero solo" |
Debido a la economía, nos saltamos un concierto para calmar nuestra sed de calimocho caliente en el pabellón dormitorio. Allí nos hacen una oferta tan triste como tentadora, y hablamos de la reventa de nuestras pulseras usadas a unos fans de Fuel Fandango que piensan colarse por todo lo alto. No solo no hicieron negocio con nosotros, duros de roer, sino que además les robamos un hielo. Somos lo más chungo del polideportivo.
Volvimos a las últimas canciones de The Sounds, que sonaban bien, los recomendamos, y el concierto entero de Fuel Fandango, que causaron una maravillosa impresión en nosotros, vírgenes de los sonidos fusión del grupo. No quitó el concierto que siguiéramos nuestras conversaciones con los marginados de la noche que se acercaban a preguntar quiénes eran estos que tocaban u otras cosas que no entendíamos y contestábamos siempre con sí.
El fin fue, como siempre, duro. El domingo amanecimos más secos y con más calma, si cabe, que el día anterior. Recogimos las tiendas, con la pena que eso da siempre, y nos despedimos de los festivales veraniegos un año más. Emprendimos el camino de vuelta, entretenidos con el Córrele, y tanto nos entregamos que conseguimos que un coche azul entrara, haciendo varios adelantamientos con miradas. En el último, nosotros, agradecidos y emocionados, aplaudimos y poco menos que quisimos bajar a besarles, y eso les debió dejar un poco muertos de miedo cortados, aminoraron la marcha hasta perdernos de vista.
Y así acabó, amigos, la época de festivales, aunque me dicen por el pinganillo que, para los que no lo pueden soportar, habrá uno más en tierra hostil… Una servidora no va a poder estar, que nos cojan los dioses confesados. Comprad todos vuestras entradas, y allí nos vemos. Espero impaciente la crónica.
Ye, ye, ye!
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